Después de limpiar y desinfectar la boca del paciente para minimizar el riesgo de infección durante el procedimiento, el dentista administra un anestésico local para adormecer el nervio del diente y que la extracción de dientes no sea dolorosa.
Con un instrumento afilado (el sindesmótomo), el dentista retira gradualmente los anclajes epiteliales (encía) y conjuntivales (fibra de la encía) del diente. A continuación, se coloca un elevador entre el hueso y el diente para desplazarlo. A continuación, el profesional puede proceder a la extracción suave del diente, utilizando fórceps.
A continuación, se coloca una gasa en la antigua ubicación del diente. El paciente tendrá que presionar sobre ella con sus dientes. Este es un paso importante que ayudará a que la sangre coagule y se forme correctamente, lo que es necesario para la curación y cicatrización. La compresión debe mantenerse con una ligera presión durante 30 minutos.
